La sonda Mars Express de la ESA ha enviado nuevas imágenes de un cráter que muestran lo que pudo ser el lecho de un gran lago en la época en la que el agua fluía por la superficie de Marte.
Las imágenes se han tomado en el cráter de Eberswalde, en las tierras altas del sur de Marte, de 65 kilómetros de diámetro. El cráter e formó hace más de 3.700 millones de años tras el impacto de un asteroide. Un impacto posterior dio lugar al cráter Holden, de 140 kilómetros de diámetro. Las rocas arrancadas por este segundo impacto cubrieron gran parte del cráter Eberswalde.
No obstante, en el fragmento aún visible de Eberswalde se conservan los restos de lo que en su día fue un gran delta, surcado por múltiples brazos fluviales, como se puede observar en la sección superior derecha de la imagen. Este delta cubre una extensión de unos 115 kilómetros cuadrados. Los serpenteantes cauces fluviales al norte del cráter lo alimentaban de agua, dando lugar a un gran lago.
Cuando el lago se secó, gran parte del delta y de sus cauces fluviales quedaron ocultos bajo una nueva capa de sedimentos, arremolinados por el viento. Estos depósitos secundarios han sufrido la acción de la erosión, dejando al descubierto la estructura invertida que podemos observar hoy en día. Esta estructura, identificada por primera vez por la sonda Mars Global Surveyor de la NASA, demuestra que el cráter fue en su día el lecho de un lago, y es una prueba inequívoca de que hace tiempo el agua fluía por la superficie de Marte.
Los cráteres Eberswalde y Holden son dos de los cuatro emplazamientos seleccionados para el aterrizaje del próximo rover de la NASA, que despegará a finales de este año. El principal objetivo del Mars Science Laboratory (MSL) es el estudio de regiones que sean o que hayan podido ser habitables. La misión Mars Express de la ESA ayuda a seleccionar cuál de los posibles emplazamientos es el más interesante.
Hallan restos de un gigantesco rinoceronte lanudo en el Himalaya
El descubrimiento de un importante fósil de rinoceronte lanudo en el Tíbet, que publica hoy la revista Science, proporciona importantes pistas sobre cómo evolucionaron y cómo lograron adaptarse al frío los grandes colosos de la Edad de Hielo.
Un equipo de geólogos y paleontólogos dirigido por Wang Xiaoming, del Museo de Historia Natural de Los Angeles (NHM, por sus siglas en inglés), y Li Qiang, del Instituto de Paleontología Vertebrada y Paleoantropología de la Academia China de Ciencias, descubrió en 2007 un cráneo completo y la mandíbula inferior de una nueva especie de rinoceronte lanudo (Coelodonta thibetana) en la cordillera del Himalaya, en el suroeste de la meseta tibetana.
El nuevo fósil de rinoceronte tiene 3,6 millones de años, y es mucho más antiguo y primitivo que sus descendientes de la Edad de Hielo (Pleistoceno). El animal extinto había desarrollado adaptaciones especiales para apartar la nieve con su cuerno aplanado y encontrar vegetación, una conducta útil para la supervivencia en el duro clima del Tíbet. Estos rinocerontes vivieron en un momento en el que clima mundial era mucho más cálido y los continentes del norte estaban libres de las capas de heladas de la posterior Edad de Hielo.
Según los autores del hallazgo, el rinoceronte se acostumbró a las condiciones de frío en altas elevaciones y logró preadaptarse al clima futuro de la Edad de Hielo. Cuando esta era llegó, hace 2,6 millones de años, los rinocerontes descendieron de las altas montañas y comenzaron a expandirse por todo el norte de Asia y Europa. El nuevo fósil del Tíbet sugiere que los duros inviernos de la meseta del Tíbet podrían haber sido el primer paso hacia la adaptación al frío de varios miembros de la megafauna del Pleistoceno tardío en Europa, Asia y, en menor medida, América del Norte.
Además del nuevo rinoceronte lanudo, el equipo de paleontólogos también ha descubierto fósiles de otras especies extintas como el caballo de tres dedos (Hipparion), el baral tibetano (Pseudois, también conocido como carnero azul), el chirú (Pantholops), el leopardo de las nieves (Uncia uncia), el tejón (Meles meles) y otros 23 tipos de mamíferos.
"Es en los lugares fríos, como el Tíbet, el Ártico y la Antártida, donde se realizarán los descubrimientos más inesperados en el futuro, ya que son las fronteras que se encuentran aún en gran parte inexploradas", ha pronosticado el doctor Wang.
Un planeta a 36 años luz podría albergar vida
Científicos del Instituto Max Planck de Astronomía han identificado un planeta potencialmente habitable a 36 años luz de la Tierra. Se llama HD85512b y gira alrededor de una enana naranja en la constelación de Vela. Ha sido descubierto utilizando el instrumento High Accuracy Radial Velocity Planet Searcher (HARPS) instalado en el Observatorio Europeo del Sur (ESO) en Chile.
El nuevo cuerpo celeste tiene cerca de tres veces y media la masa de la Tierra y se encuentra en la franja de habitabilidad de su estrella, es decir, ni demasiado cerca ni demasiado lejos para permitir la existencia de agua líquida en su superficie. Su tamaño indica también que la atmósfera que lo rodea podría contener oxígeno y nitrógeno en lugar del hidrógeno y el helio que suele abundar en las atmósferas de los planetas gigantes.
El planeta presenta otras ventajas. Puesto que su órbita es casi perfectamente circular y estable, es previsible que el clima también lo sea. Además, el sistema planetario del que forma parte es mil millones de años más antiguo que la Tierra, lo que significa que ha tenido tiempo más que suficiente para que la vida se haya desarrollado. A esto se añade que su estrella es más madura que nuestro Sol y, por lo tanto, menos propensa a desarrollar ciclos de actividad violenta que desestabilicen el planeta.
Con este son ya tres los exoplanetas identificados por los astrónomos que podrían albergar vida.
Fuente muyinteresante.es
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